BOLA DE NIEVE
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Busco el sendero de la vida
por el refugio de la memoria
siguiendo la ruta de la montaña
entre el salvaje paisaje del recorrido.
La vereda recorre la senda del tiempo
llena de disgregados arbustos con melodías
como flores en primavera.
Allí, donde la corteza mimada de su constitución
sufre el trato indiscriminado
por la mano del hombre devastador.
Repleta de matorrales donde inhiestos árboles
yerguen con hojas caducas y perennes
proporcionando el engendro de la vida
ante la presencia en todo movimiento
de la bandera de la naturaleza.
Desde la cabaña angosta de la cima
oteo el rebujo formado por las bolas de nieve
en el ventisquero de la Arana
azuzada por los remolinos peligrosos de la avaricia
engorda la pelota helada que engulle a su paso
la envidia, la vanidad, el odio, el rencor, el poder.
¡Ay el poder!
Repleto de antagonismos misteriosos
desciende la ladera lentamente bajo palio
de las ramas atrapadas en el tronco de la tela de araña
que las envuelve.
Sufre los avatares de la política forestal
a su paso por el vertedero de las promesas,
tropieza con los adláteres apostados
como indolentes en el deslizadero del oportunismo
hasta el valle de la regeneración perdida.
Las bolas de nieve del recorrido caprichoso
forman el parque jurasico de los muñecos
expuesto en representación popular
con el sombrero de paja y la nariz de pinocho
con la chaqueta de no dar ni golpe
con la escoba sin desgastar de no haber limpiado
la senda de la hipocresía.
El espectáculo comienza cada otoño
con la llegada de la metamorfosis popular
donde se cobijan las termitas designadas
hasta provocar la rebelión del nevazo
de la Puerta del Sol M-15.
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