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EL RINCÓN DEL

BOLA DE NIEVE

 

             *

Busco el sendero de la vida

por el refugio de la memoria

siguiendo la ruta de la montaña

entre el salvaje paisaje del recorrido.

 

La vereda recorre la senda del tiempo

llena de disgregados arbustos con melodías

como  flores en primavera.

 

Allí, donde la corteza mimada de su constitución

sufre el trato indiscriminado

por la mano del hombre devastador.

 

Repleta de matorrales donde inhiestos árboles

yerguen con hojas caducas y perennes

proporcionando el engendro de la vida

ante la presencia en todo movimiento

de la bandera de la naturaleza.

 

Desde la cabaña angosta de la cima

oteo el rebujo formado por las bolas de nieve

en el ventisquero de la Arana

azuzada por los remolinos peligrosos de la avaricia

engorda la pelota helada que engulle a su paso

la envidia, la vanidad, el odio, el rencor, el poder.

¡Ay el poder!

Repleto de antagonismos misteriosos

desciende la ladera lentamente bajo palio

de las ramas atrapadas en el tronco de la tela de araña

que las envuelve.

 

Sufre los avatares de la política forestal

a su paso por el vertedero de las promesas,

tropieza con los adláteres apostados

como indolentes en el deslizadero del oportunismo

hasta el valle de la regeneración perdida.

 

Las bolas de nieve del recorrido caprichoso

forman el parque jurasico de los muñecos

expuesto en representación popular

con el sombrero de paja y la nariz de pinocho

con la chaqueta de no dar ni golpe

con la escoba sin desgastar de no haber limpiado

la senda de la hipocresía.

 

El espectáculo comienza cada otoño

con la llegada de la metamorfosis popular

donde se cobijan las termitas designadas

hasta provocar la rebelión del nevazo

de la Puerta del Sol M-15.

 

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