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EL RINCÓN DEL

E L "E C O"

 

El eco se sumerge en el encuentro embustero del oficio político. Acude con la careta pintada de liberal a los lugares donde puede lucirse mediante el sequito de micrófonos y cámaras  televisivas que la adulan y la mantiene la verborrea  retorcida propagandista.

La lideresa se comporta conforme al manual de instrucciones de   imagen corporal con el cordel amarillo del hábito de la mirada festiva. Los insultos forman parte de la jerga del disparate cotidiano para que los secuaces seguidores valoren la valentía del enfrentamiento.

Es el enfrentamiento calculado el que maneja a la perfección  con la jugada del ataque permanente. Es el ataque el que le gusta, en harás de una buena defensa en sus hazañas políticas, no importa como caiga el insulto.

Ha descubierto a los chorizos para erigirse en avanzadilla antes de que la pille la tuneladora de la justicia  a su paso por la Comunidad, y será a quién le cargue todos los males. La Comunidad es su cortijo aduanero cargado de asesores fieles al sueldo del corredor de los seis mil €uros. La austeridad es su fuerte frente a los débiles y las instituciones públicas, para que sepan como se las gasta la señora. La enseñanza es su obsesión sobretodo la Universitaria que la ahoga para que cada día investigue menos y sepan menos; al redil del presupuesto, las aguas se amansan sin desbordamiento en los pensamientos de los rectores al borde del precipicio. La sanidad queda de pena, después de quitarse al chulo engreído, yernísimo del multimillonario caciquil y santurrón, sorteando todos los procesos habidos y por haber. Los peones con dinero se mueven mejor. Solo les interesa el poder, el País es la disculpa.

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